1. |
Golpe de estado
03:30
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Todos ignorados, todos son desconocidos,
todos los que inadvertidamente pasan por delante de nosotros dos.
Todas las alarmas conectadas, todo el pecho en llamas, todo el riesgo en pie.
Yo sólo esperaba al inicio de la semana, todo lo que no quisimos ver,
a todos los que pensaban que no saldría bien igual que a todos los que pensaron que tal vez.
Que les, que les, que les vaya bien.
Que les, que les, que les vaya bien.
Todas las subidas son tan altas que veo los tejados,
todo lo que no te atreviste a hacer,
todo lo que sintamos no podrá ser igual a todo lo que sentimos aquella vez.
Que te, que te, que te vaya bien.
Que te, que te, que te vaya bien.
Y hoy un siglo después casi ni recuerdo su cara,
pero eterno será aquel golpe de estado,
como los amantes, tonta ella pero más tonto yo.
Que te, que te, que te vaya bien.
Que te, que te, que te vaya bien.
Todos ignorados, todos son desconocidos,
todos los que inadvertidamente pasan por delante de nosotros dos.
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2. |
A corcheas
03:59
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Parte de un deseo oculto escrito a voces, con toda la intención,
partiría este martes después de comer a tu casa.
Bolas de espejos colgadas en el techo, que me den todos tus planos,
y que luego al bajar la cabeza te vea de frente.
No necesito saber, qué has hecho sin mí, o que me llevas contigo
y no te hace falta escuchar que te llevo conmigo,
paralelas que fueron recta suspensiva y que se buscan entre líneas,
el más fiero de los incendios avivado por el riesgo de que no haya más.
Y a corcheas me golpeo el pecho como un animal salvaje,
con los puños bien cerrados, queriendo salir a buscarte.
Parte de un destino escrito desde hace tiempo, ni caso a la intuición,
partiría el temido final del guión en pedazos.
No necesito saber qué has hecho por mí, o que me llevas contigo
y no te hace falta escuchar mis propuestas de libro,
paralelas que fueron recta suspensiva y que conocen el camino,
el más fiero de los incendios avivado por el riesgo de que no haya más.
Y a corcheas me golpeo el pecho como un animal salvaje,
con los puños bien cerrados, queriendo salir a buscarte.
Y a corcheas me golpeo el pecho como un animal salvaje,
con los puños bien cerrados, queriendo salir a buscar...
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3. |
Claridad y certeza
04:09
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Entre sirenas tras la batalla no se oye nada,
en la vorágine de luces no se ve nada, no se ve nada,
la intensidad de los olores hace que nadie huela nada,
bajo la bruma que no abandona esta ciudad no prueben nada, no toquen nada.
La plenitud sensorial de aquellas madrugadas.
Las líneas curvas del Montgó al trasluz de mi ventana.
Ni las sirenas, ni la vorágine de luces, ni los olores en esta ciudad.
Ni nubarrones, ni tan siquiera el temporal, ni las autoridades podrán pasar.
Entre charcos de odio se arremolina la gente,
agitando los brazos de par en par.
En oficinas con nubarrones se marchitaban las flores de mi balcón,
Las fuerzas de seguridad con el patrón.
A mis seis una almohada bajo la cabeza,
a mis doce tus ojos, claridad y certeza.
Ni las sirenas, ni la vorágine de luces, ni los olores en esta ciudad.
Ni nubarrones, ni tan siquiera el temporal, ni las autoridades…
Ni las sirenas, ni la vorágine de luces, ni los olores en esta ciudad.
Ni nubarrones, ni tan siquiera el temporal, ni las autoridades podrán pasar.
Claridad y certeza.
Entre sirenas tras la batalla no se oye nada.
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4. |
Cuatro
04:13
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Las palmeras solitarias bailan a la vez,
giran las veletas desacompasadamente bien.
Las ventanas de su casa se abren de una vez,
y en el puerto celebran la entrada del timonel
que calma las dunas.
En su cara no hay señales de lo que le pasó,
ni una sola muesca en el carruaje de lunas tintadas.
Que no se arrepienta de nada.
Que no se arrepienta de nada.
Las banderas en la plaza bailan a la vez,
ruedan serpentinas, que crean espirales.
Las ventanas de su casa se abren de una vez,
y ella con el pecho tendido y la ropa por recoger
que arríen las velas
En su cara no hay señales de lo que le pasó,
carnaval de aire, estrellas polares que dejan estela.
Que no se arrepienta de nada.
Que no se arrepienta de nada.
Que no se arrepienta de nada.
Que no se arrepienta de nada.
Que no se arrepienta de nada.
Que no se arrepienta de nada.
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5. |
El día que te liberes
02:32
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El día que te liberes
temblarán todos los cimientos de tu imperio,
la crítica noche de luz en la que lo sueltes
cederán todas las columnas de la ciudad.
Pesada armadura, todo prescrito por ley
el día que te liberes
Los sábados de barro,
las luces de tu carretera desde el asiento de atrás,
la línea con la que trazábamos un plan
siguiendo nuestros puntos de vista.
Pesada armadura, todo prescrito por ley
el día que te liberes,
carnaval en el convento de clausura.
Monstruo del armario al que visita sólo tu conciencia,
caja de Pandora desventada.
Firme como el sabio que vigila nuestra retaguardia,
hora de dejar atrás.
El frío en la orilla de sombras,
las piedras del Partenón,
el mar del norte en el horizonte,
compuertas abiertas de par en par
Pesada armadura, todo prescrito por ley
el día que te liberes.
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6. |
Terceros tiempos
03:22
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Hablemos ahora de los buenos tragos,
un tanto por la escuadra frente al escuadrón diezmado del llanto,
pescar el Campanu, volverte a ver.
Aterrizar con cada pie en su lado,
que triunfe el insurgente y que el martes me vuelva a salir bien,
primeras ferias.
Terceros tiempos,
celebración de puño y letra de escultor de piedra,
preciosa que me sobran las ideas,
y tengo el empeño del viento,
terceros tiempos.
Pestañeo interrumpido para no perderme nada,
conozco un lugar donde no hay eclipses.
Susurros al oído, hormigueo en el lumbar,
inspiración eterna, subida espectacular,
primeras luces de primavera.
Terceros tiempos,
celebración de puño y letra de escultor de piedra,
preciosa que me sobran las ideas,
y tengo el empeño del viento,
terceros tiempos.
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7. |
Pacto
03:18
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Brisa del mar, adéntrate en la montaña,
arrástrate por la tierra, serpentea entre la hierba
y bebe del río que todo lo refresca,
y luego,
te cuelas por su ventana, te cuelas por su ventana.
Y luego,
te cuelas por su ventana.
Pacto perfecto es un pacto perfecto,
todo lo opuesto a la nada,
brisa tu rozas su cara y yo me pongo contento.
Brisa del mar,
te cuelas por su ventana, te cuelas por su ventana.
Brisa del mar,
te cuelas por su ventana.
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8. |
Todos los días
04:11
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Todos los días, todos los días terminan, todos estos tiempos terminarán.
Todos los días, todos los días terminan, todos estos tiempos terminarán.
Otra vez me refugio sin pensarlo en este mismo escenario,
en el centro del silencio universal,
tan hermético que no advierta ni el susurro de un aforo completo,
tan absurdo como el miedo a conectar.
Una semilla en el desierto,
un río bravo en el cajón.
Todos los días, todos los días terminan, todos estos tiempos terminarán.
Otra vez me despierto entrelazado a la cordura del cauto,
al acecho de lo que pudo pasar.
Una mañana de febrero,
un precipicio en el salón.
Todos los días, todos los días terminan, todos estos tiempos terminarán.
Una semilla en el desierto,
un río bravo en el cajón,
una mañana de febrero,
un precipicio en el salón.
Todos los días, todos los días, todos los días, todos los días.
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9. |
Tormentas
03:40
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Recógete el pelo mirándote a través del espejo,
que el tiempo se quede parado,
y acábales el cuento que deben dormir,
amor y soledad presiento.
Que todo va bien, que todo va bien,
que todo va bien, que todo acabe de empezar,
presiento.
Recoge los juegos y cierra bien las puertas del fuerte,
que el riesgo no pase de largo,
y cántales esa canción soy uno cuando estoy sola,
soy uno cuando estoy sola.
Que todo va bien, que todo va bien,
que todo va bien, que todo acabe de empezar,
presiento.
Que todo acabe, que todo acabe, que todo acabe,
que todo acabe, que todo acabe, que todo acabe,
de empezar,
presiento
Tormentas en verano desmontan tu guión milimetrado,
castillos de arena clara y fuerza merecida en tu mirada.
Que todo va bien, que todo va bien,
que todo va bien, que todo acabe de empezar,
presiento.
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10. |
Tú
02:31
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Un ejército de piedra defendía la fortaleza,
juntos sus escudos no dejaban pasar siquiera un halo de luz,
y en un suspiro cayeron todos como hojas secas,
y del reflejo bajé cegado las escaleras.
Al abrigo de la rutina no se pasaba nada de frío,
todas las semanas numeradas con rayas de tiza en una pared,
que se derrumbó como un bloque de arena al temblar la tierra,
del escalofrío que provocaste,
Tú.
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